miércoles, 31 de marzo de 2010

Crónica cuarta Viernes 19 de febrero

Myriam, la abuelita de los ojos mustios nos llevó a su mundo, por fin conocimos en pleno a sus abuelitas, esas que cada miércoles escapan de sus casas para reunirse a tomar un tesito entre amigas.

Siempre fue una curiosidad mía el conocer lo que entre ellas se urgía y mi asombro fue sumo al encontrarme con un grupo de mujeres muy poco tímidas. Atrás quedó la visión de esa “pobre” viejita que va a paso lento por los rudimentarios pasajes y escaleras de nuestra población; esas mujeres con picardía ancestral y amable pan con palta nos mostraban lo fuertes que son, lo grandes que son y sobretodo lo mucho que merecen nuestro respeto por ser de nuestra población fundadoras.

En su espalda cargan años de cubetas sacadas agua del pozo para lavar en la artesa; en su piel décadas de surcos barriendo el polvo de la calle por la que han tenido que transitar; en su mirada traviesa amargura, porque siempre nuestra pobreza nos ha traído más de un momento triste.

Nuestras abuelas nos hablaron de trabajo, esfuerzo y sacrificio, pero también nos dijeron de abandono y vulnerabilidad.
El equipo creció ese día, no en número sino en fuerza y experiencia. Por y con ustedes vamos adelante sin mermar en ganas y esfuerzo, nuestra población se lo merece.

Con esta crónica queremos agradecer a todos los adultos mayores que fundaron con sudor, lágrimas y lucha nuestra población Lautaro.

viernes, 19 de marzo de 2010

Se escribe de nosotros

Siguiendo con la firme convicción de que es mejor saber que otros y otras sienten de lo qué les provoca nuestro quehacer, es que nos sentimos alagados y orgullosos de lo que a continuación les queremos ofrecer:

La obra, una linda crónica en el diario tan nuestro como lo es La Estrella de Valparaíso, donde se da cuenta de forma clara y amena de lo que buscamos realizar. El responsable, el señor Ignacio Moraga, quien en su calidad de Periodista decidió permitirnos entrar no sólo a miles de hogares que compran este querido diario, sino que a pasar a desfilar en el mundo virtual, nuestro pensar y sentir para así poderlo con millones de almas compartir.

Acá les dejamos el artículo que apareció el jueves 25 de febrero del presente año, para que lo lean y ojalá difundan. A nosotros y nosotras no nos queda más que seguir trabajando en pos de lograr que este gran hito de ser legitimados ahora por la prensa escrita no sea el último. Sea como fuere, gracias de todo corazón al amigo Periodista Ignacio:
Crónica en la Estrella de Valparaíso

miércoles, 17 de marzo de 2010

Explicación terremoto: Nuevos rumbos, el mismo destino

De a poco empezó a estremecerse nuestra cama, sonaba tenebroso el contrabajo de la tierra y rápidamente nos levantamos para abrazar nuestros retoños, el movimiento siguió más fuerte y la tierra nos gritaba, se caían los libros de las estanterías, los platos de las cocinas, los cuadros de las paredes.

La casa seguía estremeciéndose y no se detenía, penetraban por la ventana los chispazos de luz de los cables eléctricos. “Aquí se terminó todo” pensé, apretando al niño contra mi pecho y una breve lágrima corrió por mi mejilla. Luego y lentamente todo paró. Nuestra pequeña casa había resistido.
Salimos de inmediato al pasaje a ver a nuestros vecinos, algunos encerrados dentro de sus casas nos pidieron ayuda para salir, la mayoría salimos en piyamas y con linternas para verificar cómo estaban todos en la población. Unos a otros nos preguntábamos: “¿Cómo está vecina? Bien gracias, muy asustada ¿Y los niños? Bien un poco alterados”.

Un grupo de hombres dio vueltas por los pasajes de la población para ver como estaba todo, preocupados por los que viven solos. Nada grave había pasado, en nuestra Lautaro: “el cerro es pura roca” decían los viejos dándonos consuelo y es cierto somos pura roca.

No teníamos noticias del resto del país, pero estábamos angustiados, hasta que comenzó a transmitir Bío Bío La Radio… … Horripilante, escalofríante, dolía la fuerza de la tierra, pero aún más la fuerza del mar. Los que no lloraron para el terremoto lo hicieron después.

Los vecinos oriundos del sur comenzaron a tratar comunicarse con sus familiares y amigos, pero no se podía…Incertidumbre. Esa madrugada, sólo los niños durmieron.
Al día siguiente, sin agua y sin luz vimos nuevamente nuestras almas y empezó la solidaridad, lo mejor de ser pobres es que sabemos enfrentar estos momentos, tenemos la costumbre de guardar agua por ahí, “por si acaso”, unas velas y pilas, para las emergencias, porque uno nunca sabe el día en que falte. Nos ayudamos entre todos, el vecino que tiene agua, entrega; el otro ayuda con el teléfono; otro con el computador, para todos todo. Abríamos nuestras casas y corazones, prestos para el otro, no podía ser de otro modo.

A los dos días llegó la luz y a los cinco días se reestableció el agua. Las réplicas nos siguen asustando de vez en cuando, pero somos fuertes, somos pobladores de la Lautaro y sangre aborigen corre por nuestras venas, somos mestizos chilenos y nos levantamos para levantar a nuestro país.

He aquí la razón por la cual nuestras labores de autodiagnóstico y gestión debieron mermar y tomar nuevos rumbos, pero seguimos… no lo duden seguimos.